Historia absurda que es como un sueño. Al estilo de Kafka, el personaje tiene que adaptarse y vivir en ese mundo aceptando progresivamente la forma absurda en la que ocurren las cosas, sumergiéndose cada vez más en esta situación absurda.
Estaba con mis amigos en la plaza y con mi enamorada. Haciendo memoria, esa fue la primera vez que la vi, no recuerdo cómo la conocí o si la había visto anteriormente, solo la veía linda y estaba claro que era mi enamorada desde antes.
Los chicos se animaron a jugar al bowling, fuimos caminando hasta aquel lugar. Era algo incómodo porque no tenía nada que hablar con mi enamorada, pues no ma conocía. Sentí que era necesario hacer lo que otras parejas hacen, darle la mano y preguntarle por el día. Ella acepto el acercamiento, pero no parecía feliz o cómoda.
Pasamos por un parque de diversiones que se encontraba funcionando, pero no había nadie atendiendo, ni cobrando. Decidimos entrar y divertirnos ahí. Ellos lo hicieron sin preguntas ni de buscar explicaciones. Pero yo me sentí incómodo porque a ellos no le parecía extraño nada de eso y me se sentía alienado por ser el único al que le parecía extraña esa situación.
Terminamos y nos fuimos a jugar bowling. Hice menos puntos de los que me hubiera gustado, quería quedar bien con ella. Al salir, les dijeron que no habían puertas de salida porque se pasaron del horario y les dijeron que debían salir por otro lado.
Me molesté un poco, porque el taxi que había pedido ya estaba afuera, pero cuando intenté salir por el lugar donde entramos, realmente no habían puertas de salida. A los demás no les pareció extraño, dijeron que simplemente ya estaban fuera del horario de atención
Mi enamorada me dijo que se quedaría en el bowling practicando y que nos alcanzaría luego. Fue algo extraño, pero no tenía argumentos para contradecirla o convencerla. Salimos por un callejón oscuro, laberíntico que finalmente daba a la calle, por el lugar donde estaba la puerta por la que entramos. Me acerqué para ver cómo era posible que hayan desaparecido las puertas, pero era peor que eso, ya no estaba el edificio del bowling. Solamente había un cartel en el piso que decía “Bowling” y el horario de atención. A los demás no les pareció extraño.
En el camino se nos unieron algunas personas quienes se presentaron como amigos de mi enamorada, que les había dicho para ir a un karaoke. Estuvimos caminando, pero pronto mis amigos se desanimaron decidieron irse a otro lado. Yo me quedé solo y también quería irme, pero no sabía exactamente cómo y quería reencontrarme con mi enamorada, ella era realmente el motivo de mi salida y cómo podría dejarla plantada así de esa manera. Los otros desconocidos le insistieron para ir y me dijeron que ella nos alcanzaría.
Pasamos por el miso lugar, en el habían los juegos mecánicos, pero ya no había ni rastro de ellos, solamente había un cartel que decía: “Diversión: Autoservicio” y un horario de atención. Había ahora solamente un borracho masturbándose en el medio del descampado.
A los chicos les resultó gracioso y se tomaron fotos con el cartel y con el borracho. Seguimos el rumbo un poco más y finalmente decidimos tomar un taxi en el que fuimos apretados. Aparentemente, todos habían conocido a la chica en circusntancias absurdas: uno, quien era el mayor, la conoció cuando estaba en el hospital, se confundieron en colocarle el nombre como paciente y ella iba a darle todos los días regalos y cosas porque pensaba que era su familiar, ahora tiene que usar otro nombre cuando está con ella porque si usa el verdadero se dará cuenta del problema. Ahora son muy buenos amigos. El otro la conoció saliendo de una fiesta, estaba muy borracho y tomó un taxi, el taxi tenía una pasajera adentro. Había mucho tráfico y conversaron, ella le contó que se habían perdido en la ruta a su casa y que ahora estaba con el taxista preguntando lugares para ver dónde vivía, que ya estaban 2 semanas buscando y no encontraban el lugar. Resulta que eran vecinos. Desde ahí frecuentan a menudo, a veces juegan play, a veces van al parque. También algunas veces se la encuentra en algún sitio con ella porque tiene la costumbre de perderse, entonces toman juntos el taxi y regresan a casa.
El otro amigo la conoció de niño, estaban en la misma guardería. Le contó que era su primer amor y que estuvieron juntos por 2 años y 6 meses, desde los 11 años y 6 meses hasta los 14 años y 0 meses. Recuerda que en la guardería él iba al colegio cada 5 días, mientras que ella iba cada 8 días, por lo que solo coincidían cada 40 días. Cuando pasaron a primaria, inicialmente él iba al colegio cada 4 días y ella cada 3 días, pero los días que caía domingo faltaba y simplemente iba al siguiente, por lo que se encontraban cada 12 días, más o menos (salvo si caía domingo, lo cual era raro durante el año). Como se veían más, se acercaron y terminaron juntos. Como estaban juntos, solicitaron compartir más días en el colegio. Llegaron a un acuerdo con el colegio para que decidan los días que les corresponda ir lanzando una moneda, si caía cara les tocaría ir al colegio. La probabilidad de coincidir cada día era de 1/4, por lo que se esperaba que, en promedio, se vieran cada 4 días. A veces no se veían por varios días, a veces por días seguidos, pero se veían a menudo. Finalmente, terminaron porque cuando cumplió 14 años al chico se le acabó la suerte y nunca en su vida volvió a sacar caras, así que ya no fue al colegio durante los últimos años. Técnicamente, nunca terminaron formalmente, pero ya no se vieron por varios años, así que las cosas quedaron ahí y cada uno siguió con su vida. Ya se reencontraron tiempo después y recobraron comunicación.
El taxista se conmovió por la historia y le hizo acordar a que le pasó algo parecido a su esposa.
…
El último personaje en el carro no llegó a contar su historia porque llegaron al lugar, por la calle San Francisco. Es así que bajaron y el taxista decidió unirse. En el Karaoke cantaron, pero eran todas canciones en otros idiomas extraños y ninguna era conocida por mí. Estaba un poco incómodo porque no sabía las canciones y tampoco conocía a la gente, ya pensaba en como regresar a casa. Entonces, llegó media noche y comenzaron a sonar las campanas de la catedral y de pronto comenzó a sonar música afuera. Fue así que vino un mozo y entregó a cada uno unas pañoletas indicándonos que podíamos cubrirnos los ojos. Los de la mesa se cubrieron los ojos sin preguntar, yo pregunté por qué debíamls cubrirnos los ojos, pero respondieron que era las 12 y que estaban en el centro de Arequipa, que era lo que siempre se hacía. Noté un poco de burla e incluso sentí vergüenza por no conocer esas cosas.
Salimos guiados por el mozo afuera, en la oscuridad y se escuchaban que pasaban músicos tocando diferentes canciones al mismo tiempo, un bullicioso incomprensible, se sentía extraño. Todos estaban en línea, una mano tomando la mano de la persona delante y la otra tomando la mano de la de atrás. Yo era el último de la fila, por lo que tenía una mano libre. Se sentían golpes de personas que, al caminar sin ver, chocaban contra ellos. Entonces, en algún momento sentí que me sacaron la billetera y mi celular del bolsillo y se fueron corriendo, estaba por usar su mano libre para quitarse la pañoleta de mis ojos y perseguir al ladrón, cuando de pronto sentí que me tomaron la mano sin decir palabra alguna. Sabía que era ella, reconocí esos mismos dedos al caminar de su mano. Sentía que no podría cumplir mi propósito, quizá soltarla sería perderla y no quería, hasta ese punto era lo más cercano que tenía a algo familiar. Decidí ignorar el hecho y seguir caminando a oscuras por la calle, con dirección a la catedral.
Aparentemente llegamos a la catedral, guiados por el ruido de las campanas y donde sonaba el bullicio más grande. Estuvimos ahí, intentando bailar o saltar a un ritmo inexistente, intentando cantar una canción sin letra. Era todo caos y de pronto se escuchó una trompeta agudísima, gritaron “¡Despertamos al Tuturutu!” Y todos rieron a carcajadas. Entonces, con la risa desapareció el ruido y poco a poco todo quedo en silencio. Dijeron que ya era momento de descubrir nuestros ojos y eso hicimos.
En efecto, estábamos en la catedral, pero había poca gente, mucho menos de la que esperaba. Miré a mi lado y aún estaba mi enamorada, me alegré de verla. Me sonrió ligeramente y me dio un abrazo. Se sentía extraño, fue la primera vez que me abrazaba. Le conté lo de mi billetera, solo a ella, pero ella les dijo en voz alta a todos los demás. Lamentaron lo ocurrido, me dijeron que bloquee las tarjetas y me preguntaron cuánto dinero había dentro. Les dije que algo de 200 soles. Dijeron que no me preocupe, que podían ir al casino y recuperarlo. Pensé que estaban bromeando, pero me miraban con una expresión seria, todos, incluyendo mi enamorada.
No quería desencajar y tampoco tenía dinero para irme, me dijeron que no me preocupe, que ellos se encargarían. Así que fuimos al casino de la plaza y comenzaron a jugar todos, menos al que se le había acabado la suerte desde que tenía 14 años. Compraron las fichas y se organizaron por grupos, parece que cada uno tenía un juego en el que era mejor. Me dieron unas fichas para que pase el rato. Los juegos eran raros, no me esperaba eso de un casino. Jugué un rato y veía que se divertían, veía que mi enamorada jugaba también, pero no entendía los juegos. Paso mucho rato y finalmente me buscaron, tenían varias fichas y las cambiaron por dinero, me dieron un billete de 200 soles.
Al salir ya era muy tarde, decidieron dejarlo ahí e irse a sus casas, a pesar de que uno de ellos era el vecino, le indicaron que nos dejen solos para compartir momento juntos, el taxista se ofreció a darles una jalada, dijo que con lo ganado en el casino le alcanzaba. Yo fui con mi enamorada a caminar, de paso que conversábamos y la conocía un poco. Caminamos de la mano hasta su casa, me contó de ella historias extrañas, incluyendo una descripción muy absurda de su casa. Era imposible de creer, pero le seguí la corriente para no contradecirla. Llegamos, pero no había ninguna casa. Ella se puso algo triste, pero no se le notaba preocupada, como si le pasara con cierta frecuencia. Me dijo que esas calles eran confusas y que era fácil perderse. Entonces me agradeció, se despidió de mi con un beso en la boca y se fue caminando. La perseguí, le pregunté hacia dónde iba y me dijo que a buscar su casa, le dije que podía ayudarla a buscar, sonrió, me dijo que era muy lindo y me dio la indicación que yo busque por un lado y ella por el otro, para encontrarla más rápido. Le dije que preferiría acompañarla, porque no sabría reconocer la casa y se molestó, cuestionando si realmente quería ayudarla, diciendo que no tenía sentido y que no tendría problemas en reconocerla con la descripción brindada. Me sentí incómodo nuevamente, decidí hacerle caso.
Busqué y me perdí en las calles. Siento que cambian luego de que camino por ellas. Me dio hambre un día y fui a comprar comida a una tienda, me dijeron que mis 200 soles ya vencieron, revisé y sí era cierto, no me había dado cuenta que los billetes tenían fecha de vencimiento. Ahora ando sin dinero y sin celular en un lugar extraño, mi enamorada me ayuda con eso, de vez en cuando nos encontramos por las calles y me ayuda con la comida y el agua. La verdad no paso hambre, me la encuentro por ahí una o dos veces al día, conversamos un rato, comemos y seguimos buscando, cada uno por su lado.