Duda y fe

No tengo mucho margen,
estoy a un almuerzo menos de estar sensible,
a una noche en vela de ponerme triste.
Mis aves de la niñez ya vuelan a la distancia
y el tropel de hacer lo que me corresponde
me sigue, escucho cerca su marcha.

Tengo en cada mano un objeto.
En la izquierda llevo un espejo
y en la derecha… un telescopio.
Cada uno me jala hacia el lado opuesto.
¿Cuánto aguantarán mis huesos
antes de dejarme roto?

¿Podrá emerger de mi cráneo partido
un ser ser superior que alcance lo que jamás podría?
¿O quedaré en el suelo tendido,
siendo nada más que un puñado de astillas?

Me rehúso a rendirme,
esta dualidad es mi penitencia,
pues son estos momentos difíciles
los que corroboran que aún tengo existencia.

Todavía hay esperanza,
sigo siendo Daniel,
mientras continúe mi lucha
entre mi duda y mi fe.