En algún momento alguien me preguntó qué extrañaré del SERUMS. Me dejó pensando, es difícil saber qué cosas se extrañarán en el futuro o si lo extrañarán a uno. Supongo que el tiempo tendrá la última palabra.

Un recuerdo, un pueblo

Llegará un día
en el que el frío pueblo donde hoy vivo
se congele en mi memoria,
que este antiguo banco donde escribo
solo exista como texto en esta hoja,
que este andino paisaje que hoy miro
sea la imagen que imagino
cuando recuerde el capítulo de esta historia.

Cómo lucirá este retrato,
tal vez con una sonrisa en el rostro
o quizá con un puño en la mano.
El de un hombre generoso,
o un señor amargado,
iluminado por el cielo estrellado,
quemado por este sol serrano,
o solo un garabato borroso en un papel mojado.

Escucha,
por un tiempo sonará esta pieza,
como el rugido de la tormenta,
como los silbidos de la naturaleza,
como el paso del bus por la carretera,
o como un canto de alabanza en quechua.

Escucha,
que el sonido del olvido llega
y es silencio
como las parihuanas a lo lejos
nadando en la laguna muda,
el silencio de las montañas
y de sus vicuñas.

Y así llegará otro día
y nos olvidaremos de este acto,
el pueblo de mí
y el tiempo de ambos.
Y, aun así, continuará el relato
de Serumistas que vienen y van
como las aves de paso
por este lugar
hijo de la laguna y del salar,
donde las parihuanas llegan buscando agua
y los hombres llegan buscando sal.